Hola queridísimos lectores,
He vuelto, y lo he hecho con más fuerza que nunca, porque hoy, a la hora de cenar, he ejercitado bastante mi mano izquierda.
Para las mentes más calenturientas, por favor, echaros un vaso de agua fría, porque los tiros no van por allí. No obstante, para aquellos que quieran un poco de fiestuqui, Google os puede recomendar unas muy buenas páginas.
Señores, señoras, hoy he ido a un japonés giratorio.
¿Y qué de especial tiene eso? Digamos que me he puesto como un verdadero tocino por sólo 8,90€. Eso sí, me ha costado lo suyo.
He quedado con mi novia sobre las 9 de la noche. Ella, la muy suertuda, trabaja, no como su novio que se dedica todo el día a intentar promocionar su ridícula página de Facebook.
Bueno, a lo que vamos.
Nos hemos citado cerca de Vía Laietana y de allí hemos ido andando hasta el restaurante japonés (huelga decir que ellos tienen de japonés lo mismo que yo de Director Creativo).
Hemos caminado calle arriba hasta encontrar ese antro con aspecto de burdel. Al llegar, nos ha recibido un "japonés" muy amable. Al menos eso creía, ya que al girarse (el muy mal educado me ha recibido de espaldas) he visto que tenía los ojos más redondos que dos señales de tráfico, así que, ¡a timar a su casa, hombre ya!
- Hola señoles. ¿Pala dos?
- Sí, sí, sólo para dos.
- ¿Parados? No hacemos descluento. Ji, ji, ji, chinito glacioso.
Ya está, otra vez había ido a parar con un anormal de la vida. ¿Por qué será que siempre me encuentro con gente salida del programa de Cárdenas?
En fin...
Pasaron 5 minutos y todavía no nos habían dado mesa.
Mi barriga empezaba a protestar al ritmo de ¡RAP CHINO!, que era la música de fondo del restaurante.
¿Alguna vez habéis oído rap chino? Es la ostia, porque no hacen más que decir palabrotas en español, o al menos eso me parece.
Digamos que pasa lo mismo que con canciones anglosajonas tipo Billie Jean de Michael Jackson. En el 1:36 de la canción dice: "this kid is not my son", pero si lo escuchas con oído españolete, el muy cabrón dice "si tu quieres una mansana". INCREÍBLE.
Pues el rap chino igual, pero más sencillo y menos logrado: "Co chi no no no, chi chi na bo bo, cho chi to to etc." Nada gracioso, pero bueno.
Volvamos a mi barriga ruidosa.
Era tan escandaloso el ruido, que el chino se ha acercado para decirme:
- Pelos no. Ji, ji, ji, chinito glacioso otra vez. (Perros no, en castellano).
Después de escupir esa broma tan mala, nos han dado la mesa.
Tenía tanto hambre, que de camino a la silla no he parado de enumerar mentalmente la cantidad de platos que me iba zampar. Primero unos fideos grasientos con trocitos de zanahoria, luego unos sushis de salmón seguido de unas empanadas y luego... !VAYA BAJÓN!
Me había sentado en la silla cuando de repente me he dado cuenta de que mi mano derecha estaba vendada y que tenía que comer con palillos. Vaya desgracia más grande, en serio. Toda la ilusión que tenía de comer como un cerdo, se ha ido al traste en cuestión de segundos.
Después de unos minutos en shock, mi novia me ha preguntado (que no haya nombrado a mi novia en toda esta historia no significa que no hablemos, es sólo que nuestras conversaciones os aburrirían demasiado):
- ¿Y por qué no pides un tenedor?
Y otra vez estamos con lo mismo. Era la misma situación que lo de picar puertas con la mano izquierda. ¿Desde cuando nos comemos las tapas con palillos? Nunca. Claro está, era mi novia y no se le podía contestar de un modo tan grosero, así que he optado por hacer un gesto de negación absoluta con la cabeza.
Acto seguido me he iluminado y le he dicho en voz alta:
- Unas pinzas.
Mi novia me ha mirado extrañada y me ha dicho:
- ¿Estás bien cariño? (Me encanta poner la coletilla de "cariño", eso demuestra lo mucho que me quiere).
- Sí, sí, estoy genial, lo único que necesito son tus pinzas de las cejas. No preguntes, tú sólo dámelas.
Se ha agachado y se las ha sacado del bolso en un santiamén. Mientras me las entregaba no ha parado de decirme que eran de plata.
Tras entregármelas, me he puesto a devorar la comida con las pinzas de las cejas (con la mano izquierda, no te olvides).
Tras empacharme, me he puesto a pensar que en mi vida había saboreado tanto una comida y encima, con cubertería de plata.
Y es que algo tan importante como esto se merecía un gran brindís, así que, ni corto ni perezoso, he parado a un chino que andaba por el pasillo con los ojos cerrados y le he dicho:
- Un par de chupitos de la botella esa que tiene un lagarto dentro.
¡Toma ya! Chupitelo chinorris. Eso sí que es un buen caldo para brindar.
Después de tomárnoslo, he empezado a sentir los efectos de comer con tanta delicadeza. Eso sí, gracias a ello, ahora tengo una mano más dura que una roca.
Por eso, si eres director creativo y todavía no me has dicho nada, te recomiendo que lo hagas ya mismo, porque en cuanto tenga mi mano izquierda preparada, golpearé la puerta de tu agencia tan fuerte que la haré mil pedazos.
Perdón, la emoción ha podido conmigo.
Repito: si eres director creativo y estás pensando "pobre, este tío está muy mal", te pido que me abras la puerta de tu agencia y que me dediques unos minutos de tu vida. Del resto ya me encargo yo.
Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario